Hace unas semanas decidí tomar una pausa del blog y las redes sociales para enfocarme en replantear mis metas y aquello que deseo lograr en mis proyectos. Fueron semanas de introspección y planificación, pero también de muchísima ansiedad. Cada día que pasaba me sentía mal por no estar haciendo algo "productivo", por no estar creando contenido o publicando en Instagram. Aunque seguía trabajando, entrenando y siendo mamá, no me sentía productiva al no estar mostrando constantemente mi progreso.
Al comentarlo con otras personas, especialmente mujeres, me dijeron que se sentían igual. Tomar una tarde libre, usar el fin de semana para desconectarse o simplemente tomar unas horas para ver Instagram nos genera un sentimiento de culpa.
¿En qué momento la idea de descansar se volvió un crimen?
La cultura de la productividad
La rapidez de la era que vivimos parece darnos valor exclusivamente a través de las metas cumplidas o las tareas terminadas. Solo nos sentimos suficientes si completamos una interminable lista de pendientes.
Me ha pasado que estando de vacaciones mi mente sigue en modo productividad. Solo puedo pensar en lo que me falta por hacer, qué voy a publicar en Instagram o cómo voy a ejecutar un proyecto creativo. Incluso durante los momentos de estrés que vivimos en la pandemia parecía haber una presión constante por aprender un idioma, leer más libros, aprender a tejer o prepararnos para correr un maratón. Pareciera que cada uno de los segundos que pasamos despiertos tuviese que estar destinado a lograr algo.
Plantear nuevos objetivos y trabajar por ellos no está mal, pero no es correcto que sintamos esta presión constante por estar haciendo algo para sentirnos productivos.
El espejismo de las Redes Sociales
Cómo no sentirnos ansiosos por no hacer lo suficiente cuando nuestras redes están llenas de personas haciendo cosas extraordinarias. Incluso, nuestros propios objetivos parecen tener valor únicamente si los compartimos. Es maravilloso sentirnos motivados por los logros de otros, pero de alguna forma olvidamos el proceso que hay detrás de todo esto. Yo misma he sido culpable de compartir únicamente lo increíble de mi día y no esos momentos en los que siento que no puedo más.
Solemos mostrar lo bueno para proyectar nuestra imagen, pero olvidamos la validez de los pequeños pasos que nos llevan hasta ahí. El caos de ser mamá, el ajetreo de nuestros emprendimientos o las necesarias horas de descanso cuando sentimos que no podemos más. Esas tareas pequeñas también son productivas. Tomar una pausa es más necesario de lo que nos gusta admitir.
Apreciar la pausa
Aprender a sentirnos suficientes
¿Cómo vencer esta ansiedad? Es importantísimo admitir ese sentimiento y reconocer que sí estamos dando pequeños pasos para alcanzar nuestras metas. No necesitamos demostrarle a nadie que somos suficiente para sentirnos a gusto con lo que hemos logrado. También es importantísimo darle valor a las pequeñas cosas que hacemos todos los días, celebrar los pequeños logros cotidianos y reconocer que hacemos muchísimo en nuestro día a día.
Es necesario que pongamos pasión y esmero en todo lo que hacemos, dar ese poquito extra para lograr lo que deseamos; pero también debemos admitir que no somos perfectos. Hay que ser menos duros a la hora de juzgarnos y apreciar las pequeñas cosas. Toma esa pausa, aparta tiempo para descansar, disfruta los momentos de ocio. Solo podemos lograr lo extraordinario si estamos bien a nivel físico, mental y emocional. Nuestros sueños se logran un día a la vez.
Mírela gracias por darme la oportunidad de estar entrar en tu blog, pero me gustaría ser extraordinariamente productiva, quiero emprender en algo y las limitaciones son casi siempre financieras, te sigo a ti, a Camila Canabal, y a otras grandes mujeres venezolanas y me encantaría hacer algo como ustedes pero no sé por dónde empezar! Me encantaría crear una línea o marca de ropa para mujeres, algún emprendimiento de decoración, me encantaría ser influencer en moda, jajaja, será que me puedes ayudar a encontrarme con mis habilidades? Tengo 46 años, vivo en NY emigrante de Venezuela!